En Australia, el programa de aislamiento de viviendas forma parte de un paquete de estímulo a la economía del gobierno. En concreto se ofrece 1.070 euros para aislamiento. Esta medida trata de conseguir un triple objetivo: estabilizar la economía, reducir las emisiones de la calefacción y del aire acondicionado y básicamente proporcionar empleo a los trabajadores de la construcción en paro.
Con esta medida, que ha sido muy bien aceptada, se está consiguiendo el aislamiento de más de un millón de viviendas. Comparando con las 70.000 viviendas que ya se aislaban antes de la entrada en vigor del plan del gobierno ha sido un éxito.
Ahora el gobierno y los usuarios se encuentran con que gran parte del trabajo se ha realizado mal, en algunos casos denuncian que, para sujetar el aislante en las fachadas se han clavado grapas directamente en los hilos de la electricidad, sin retirarlos o inutilizarlos previamente ,lo que está provocando incendios y en algunos casos hasta muertos.
Las quejas han aumentado y el gobierno ha suspendido el programa. El primer ministro se ha visto obligado a retirar a la ministra de Medio Ambiente sus atribuciones sobre la eficiencia energética y restauración. Por culpa de la codicia de algunos y el desconocimiento de otros llegamos a esta situación.
Las empresas de aislamiento no están reguladas en Australia. Al poner en marcha este programa , los instaladores sin experiencia ni escrúpulos en algunos casos, comenzaron a ofrecer el aislamiento puerta a puerta.
Cuando empezaron a aflorar los problemas el gobierno tomó cartas en el asunto, tratando de introducir normas de seguridad y formación. Las cosas cuando no se hacen bien, acaban muy mal. De momento, en Australia.